¿Quién fue Loli Ponce? | Poemas escondidos en la ESMA

Madres y abuelas de plaza de mayo

19/03/2025

Este año, les estudiantes de nuestra Facultad leyeron sus poemas en vísperas de un nuevo 24 de marzo. A continuación, compartimos unas hermosas palabras de Graciela Daleo, donde nos cuenta quién fue “La Loli”. 

Ana María “La Loli” Ponce nació el 10 de junio de 1952 en San Luis. Se recibió de maestra y se fue a vivir a La Plata, donde comenzó a estudiar Historia y Ciencias Políticas en la UNLP. Se incorporó a la militancia política en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN) y en la Juventud Peronista. En 1974 se casó con Godoberto Luis Fernández. Ambos se sumaron a Montoneros. 

Godoberto fue secuestrado el 11 de enero de 1977 por el grupo de tareas de la ESMA. El 18 de julio de ese año también Ana María fue secuestrada y recluida en ese centro clandestino hasta el lunes de carnaval de 1978.

Durante el cautiverio escribió:  

"Para que la voz no se calle nunca,
Para que las manos no se entumezcan,
Para que los ojos vean siempre la luz,
Necesito sentarme a escribir 
En este preciso momento en que todo comienza a ser silencio…" 

Porque en los largos meses de cautiverio Loli escribió poemas, muchos de ellos dedicados a su hijo. Como su vida hasta el último instante, son un legado de resistencia, solidaridad y ternura:

"Aquí, estamos, estás estamos, vos, yo, todos. 
Mientras mis manos puedan escribir 
mientras mi cerebro pueda pensar, 
estaremos vos, yo, todos. 
Y habrá un mañana"

Cuando el 6 de febrero de 1978 los genocidas la sacaron del sótano, ella intuyó que llegaba el final. Dejó su tesoro de palabras en papel a dos compañeras de cautiverio: Graciela Daleo y Alicia Milia, quienes lograron sacarlos de la ESMA y hacérselos llegar a su familia. 

Su voz, como la de las y los 30.000 sigue afirmando: 

"Mañana, 
cuando no estemos 
cuando todo se haya vuelto oscuro, 
cuando no nos quede 
tiempo para derrochar, 
ni sueños que desgajar entre besos, 
cuando mis manos se separen de las tuyas, 
y tengamos que apretar 
los puños con resignación; 
cuando la boca no tenga más palabras 
y las palabras desaparezcan 
en un aturdido remolino, 
cuando el cuerpo deje de sentir 
la permanente compañía del miedo, 
cuando los oídos se acostumbren para siempre 
al silencio; 
cuando definitivamente no estemos, 
mañana, 
nosotros los que fuimos, 
vivos, 
los que reímos y lloramos 
y nos alimentamos amando, 
queriendo la vida, 
nosotros estaremos regresando; 
y la piel será una oscura mezcla
de tierra y piedras, 
y los ojos serán 
un inmenso cielo, 
y los brazos y los cuerpos
se juntarán sin saberlo
y este niño que quisimos
estará allí 
amándonos desde lejos, 
sosteniendo nuestro grito eterno 
abriendo nuestro vientre cálido
haciendo interminables y multiplicados 
los puños cerrados con dolor". 

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